San Felipe, diácono: Más allá del encuentro con el eunuco

San Felipe, uno de los siete diáconos elegidos por la Iglesia primitiva en Jerusalén, destaca en los relatos bíblicos por su celo evangelizador, su capacidad de realizar milagros y su dedicación a la difusión del mensaje de Jesús. Si bien es mayormente reconocido por su encuentro con el eunuco etíope, la vida de Felipe se extiende más allá de este único evento, revelando un personaje fundamental en la expansión del cristianismo primitivo.

El diaconado: Servicio y misión

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta a Felipe en el capítulo 6, donde es elegido junto a otros seis hombres para servir como diácono. Estos hombres, elegidos por su buena reputación y llenos del Espíritu Santo, tenían la misión de asistir a los apóstoles en tareas prácticas, permitiendo a estos últimos dedicarse a la oración y al ministerio de la palabra.

La elección de Felipe como diácono no fue casualidad. Las Escrituras lo describen como un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, características que lo convirtieron en un candidato ideal para este importante rol. Su servicio no se limitaba a tareas materiales, sino que también implicaba una dimensión espiritual profunda. Felipe, como los demás diáconos, se convirtió en un puente entre la comunidad cristiana y aquellos que buscaban la verdad.

El ministerio en Samaria: Milagros y conversiones

Después de la dispersión de la Iglesia en Jerusalén a causa de la persecución, Felipe se trasladó a Samaria, donde predicó el Evangelio con gran éxito. El libro de los Hechos relata cómo Felipe realizaba milagros, curaba enfermos y expulsaba demonios, lo que atrajo a multitudes y llevó a la conversión de muchos samaritanos.

Un personaje que destaca en este periodo es Simón el Mago, un hombre que practicaba la magia y se hacía pasar por alguien importante. Simón, impactado por los milagros de Felipe, se convirtió al cristianismo. Sin embargo, su fe se vio empañada por el deseo de obtener el poder del Espíritu Santo para su propio beneficio, un episodio que nos habla de la importancia de la autenticidad de la fe y el rechazo a la manipulación espiritual.

El encuentro con el eunuco etíope: Un encuentro trascendental

El relato del encuentro de Felipe con el eunuco etíope, narrado en Hechos 8:26-40, es quizás el episodio más conocido de su vida. Este encuentro, cargado de simbolismo, ilustra la universalidad del mensaje cristiano y la importancia de la guía del Espíritu Santo en la tarea evangelizadora.

El eunuco, un alto funcionario de la reina de Etiopía, se encontraba leyendo el libro del profeta Isaías sin comprender su significado. Felipe, guiado por el Espíritu, se acercó al eunuco y le explicó las Escrituras, revelándole que el pasaje se refería a Jesús. Conmovido por la explicación de Felipe y la revelación del mensaje salvífico, el eunuco pidió ser bautizado, sellando así su encuentro con Cristo.

Este episodio nos deja valiosas enseñanzas:

  • La importancia de la búsqueda sincera de la verdad: El eunuco, a pesar de su posición social y conocimientos previos, buscaba con sinceridad comprender la palabra de Dios.
  • La acción del Espíritu Santo en la evangelización: Felipe fue guiado por el Espíritu Santo para encontrarse con el eunuco en el momento preciso.
  • La centralidad de Jesucristo en el mensaje cristiano: Felipe no predicó sobre sí mismo, sino que centró su mensaje en la persona y obra de Jesús.
  • La apertura del Evangelio a todas las personas: El eunuco, a pesar de ser extranjero y eunuco (condición que lo marginaba en la sociedad judía), fue recibido con amor y respeto, demostrando que el Evangelio no conoce fronteras.

Los últimos años de Felipe: Predicación y familia

Después del encuentro con el eunuco, Felipe continuó predicando el Evangelio en diversas ciudades, extendiendo el mensaje de Jesús por la región costera de Palestina. El libro de los Hechos menciona que se estableció en Cesarea, donde se dedicó a la evangelización y a la formación de nuevos creyentes.

Las Escrituras también nos revelan que Felipe tuvo cuatro hijas vírgenes que profetizaban, un detalle que subraya el papel activo de las mujeres en la Iglesia primitiva. Este dato, aunque breve, nos permite vislumbrar un aspecto más personal de la vida de Felipe, mostrándolo no solo como un evangelizador incansable, sino también como un padre de familia.

Conclusión

San Felipe, diácono, fue un hombre lleno del Espíritu Santo que dedicó su vida a servir a Dios y a difundir el mensaje de Jesús. Su historia, que se extiende más allá del encuentro con el eunuco etíope, nos inspira a vivir una fe activa, a buscar la guía del Espíritu Santo y a compartir el Evangelio con valentía y amor, sin importar las barreras culturales o sociales.

 

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